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Ernesto Tapia

De las ollas a las tablas

Ernesto Tapia, cariñosamente conocido como «Mayito» en «Día y Noche», no siempre soñó con ser un actor. De hecho, este memorable rostro de la televisión cubana nació el 5 de septiembre de los años 60 en la barriada habanera de Lawton con una pasión por algo muy distinto: la cocina.

Una aclaración pertinente aquí es que a pesar de los rumores y su parecido con la actriz Blanquita Contreras, Tapia no es hijo de la actriz. Su camino al arte fue indirecto y poco convencional, marcado por su deseo de escapar del Servicio Militar Obligatorio en Cuba. Un examen a su vida es un recordatorio de que nuestros sueños pueden tomar formas inesperadas, y que la perseverancia y la adaptabilidad son esenciales para tener éxito en cualquier aspecto de la vida.

Las circunstancias forjan el camino al estrellato

La vida de Ernesto Tapia nos demuestra que la vida puede llevarnos por caminos sorprendentes. En su caso, la posibilidad de acortar su período de servicio militar obligatorio en Cuba fue lo que lo empujó a buscar refugio en la universidad. Decidió probar suerte en el Instituto Superior de Arte, optando por la actuación, una disciplina que no requería de un amplio conocimiento en materias como las matemáticas o la física. Aunque en el fondo, su verdadera pasión siempre fue la gastronomía, fue en este instituto donde su vida dio un giro inesperado.

La Oportunidad se Viste de Película

Cuando Ernesto estaba estudiando en el Instituto Superior de Arte, consiguió un papel en la película «Papeles secundarios» dirigida por Orlando Rojas. Este papel fue el comienzo de su carrera en el mundo de la actuación y le permitió demostrar su talento en la gran pantalla. Gracias a su actuación en esa película, Ernesto recibió el Premio Coral al Mejor Actor Masculino en el XI Festival de Cine de La Habana, un reconocimiento que marcó el inicio de su carrera.

La carrera brillante de un sustituto

Inicialmente, la actuación fue una vía de escape para Tapia, pero una vez que se adentró en el mundo artístico, logró alcanzar la fama y el reconocimiento como actor de reparto. A lo largo de su carrera, Ernesto Tapia acumuló numerosos éxitos y logros profesionales.

De la Cocina a la Fama

La carrera de Ernesto Tapia despegó en la televisión cubana a finales de los 90 y principios de los 2000. Su personaje «Mayito» en «Día y Noche» se convirtió en un rostro imborrable para los espectadores. Pero, ¿cómo llegó este apasionado de la cocina al mundo del arte?

De la Universidad al Cine

La casualidad lo llevó a la gran pantalla. Durante la filmación de «Papeles secundarios» bajo la dirección de Orlando Rojas, el actor principal, Jorge Luis Álvarez, tuvo un accidente que interrumpió su participación en la película. Álvarez recomendó a Ernesto Tapia, un joven que había conocido en el Instituto Superior de Arte. Esta recomendación transformó la vida de Ernesto, llevándolo a la fama y ganándole el Coral al Mejor Actor Masculino en el XI Festival de Cine de La Habana.

Una carrera llena de éxitos

Después de «Papeles secundarios», Tapia recibió oportunidades para actuar en varias otras películas. Brillo en filmes como «Sueño tropical» (1985), de Miguel Torres, «Adorables mentiras» (1991), de Gerardo Chijona, y «Operación Fangio» (1999), de Alberto Lecchi. Sin embargo, no se limitó al cine; Ernesto también tuvo una etapa notable en el teatro cubano, especialmente en el grupo Buendía, dirigido por Flora Lauten.

El nuevo camino de Ernesto Tapia

En la década de 2000, Ernesto decidió tomar un nuevo rumbo y emigró de Cuba. Primero llegó a Colombia, donde continuó vinculado al mundo del arte. Posteriormente, se trasladó a México y finalmente se estableció en Estados Unidos. A pesar de los obstáculos que supone conseguir roles en la industria a una edad más avanzada, Ernesto no se ha dejado intimidar. Su tenacidad y capacidad para adaptarse se han mostrado con fuerza, y en la actualidad, lidera con éxito su propia empresa de limpieza en los Estados Unidos.

Resumen

Ernesto Tapia, más conocido como «Mayito» de «Día y Noche», es un ejemplo de cómo el destino y el talento pueden cruzarse para dar lugar a una carrera artística memorable. Desde sus inicios en la cocina, hasta su reconocimiento en la pantalla grande y el teatro cubano, Tapia ha dejado una huella imborrable en el corazón del público. Aunque ya no es un rostro habitual en la escena artística, su legado perdura y él continúa demostrando que no hay límites para reinventarse.

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